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La Santificación

Santo significa ser puesto aparte. En la Escritura ser santo es ser puesto aparte, ser consagrado para Dios. Cuando uno lo toma de esta manera puede recordar la manera con la que se utilizaba el término “santo” en el Antiguo Testamento. Cuando nosotros lo decimos de esta manera podemos llegar a la conclusión que no sólo los hombres pueden ser santos sino lugares, días, objetos, edificios, etc. Bueno, por lo menos esa era la manera en que se tomaba en el Antiguo Testamento. Podían ser santas las personas, pero a la vez las cosas. No obstante, el en Nuevo Testamento vemos a la iglesia que ya no cree que los objetos puedan ser santos. Nosotros solamente limitamos la santificación a las personas, pues, por medio de la obra de salvación de Dios el hombre pasa a ser santo.



Cuando un creyente es santificado esto lo coloca en una posición de separado para Dios; su nuevo lugar, su transformación espiritual le lleva a una relación especial con Dios. Los cristianos somos puestos aparte para tener una relación verdadera con Dios.


Ahora, es necesario comprender tres aspectos de la Santificación. Cuando es así se comprende bien la naturaleza de esta verdad.



LA SANTIFICACIÓN POSICIONAL O INSTANTÁNEA



Esta sucede cuando la persona es recibida por Cristo Jesús. Es la santificación heredada por su nueva posición en Cristo. Toda persona que ha sido salva por el sacrificio de Cristo es santa para Dios por haber sido lavado por la sangre preciosa del Cordero de Dios.

Hay que comprender que está santificación no es por la vida moral de la persona sino solamente por haber adquirido una nueva posición en Cristo Jesús. Veamos lo que dice la Escritura al respecto:



Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios, en espera de que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando.



Hebreos 10:12-14      1 Corintios 1:2      Hebreos 13:12-14      Hechos 26:18



LA SANTIFICACIÓN PROGRESIVA



La santificación progresiva es el avance diario que el cristiano tiene de cumplir la verdad de ser apartado de Dios. Si bien es cierto desde el momento de la conversión el hombre es declarado por Dios alguien santo éste debe ser consecuente con lo que Dios le ha declarado y debe procurar la santidad.



Nuestro comportamiento diario, nuestra relación con Dios, nuestras acciones deben demostrar que fuimos puestos aparte.La santificación posicional se recibe al creer, la progresiva es la que se nota solamente por los frutos de arrepentimiento. El cristiano debe dar frutos de acuerdo a lo que pide la Palabra de Dios. Practicas pecaminosas, errores de carácter, malas acciones deben ser cambiadas. Un nacido de nuevo no puede ser santo si sigue igual que cuando no conocía al Señor.



Progresivamente debemos ser más santos, debemos buscar la perfección de nuestro Padre Celestial. La Escritura dice:

Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiqué-monos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.



2 Corintios 7:1    1 Tesalonicenses 4:1



Es necesario reconocer que la santificación progresiva es un proceso de toda la vida. No es algo que dure solamente un periodo. Todos los días debemos buscar la santificación.



Cada vez que nosotros escuchamos o leemos la Palabra de Dios vamos conociendo más a Dios y sus deseos. Eso es lo que nos hace actuar cada vez más en su voluntad.



(Leer estas porciones: Salmos 119:9-11; Juan 17:17; Efesios 5:25-26).



La persona del Espíritu Santo obra también en nuestras conciencias para que cada vez seamos más santos. Hay que ser claros en decir que tanto la Palabra como el Espíritu Santo obran, pero, sí la persona también pone de su voluntad. Es el hombre el que debe someterse a la Palabra y la obra del Santo Espíritu.



Cuando el hombre cristiano no se somete a la voluntad de Dios. Dios lo disciplina para que pueda encaminarse en su voluntad. Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.


1 Corintios 11:31-32



Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: "Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo." Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?



Hebreos 12:5-7



LA SANTIFICACIÓN PERFECTA



Finalmente, debemos decir que en esta vida jamás alcanzaremos la santificación perfecta. Cuando Cristo venga a recoger a su Iglesia seremos transformados y será operado en nosotros una santificación perfecta o final. La Escritura dice que en el momento de la glorificación sucederá esto. En verdad es así como se le llama a este acto. Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.



Filipenses 3:20-21   1 Juan 3:2



La santificación perfecta será efectuada por Dios sin la participación del hombre y será el resultado final de la obra de Dios en la santificación del hombre desde su conversión hasta su arrebatamiento.

La Gracia y la Paz de Dios esté con usted

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