LAS OFRENDAS Y LOS DIEZMOS
LAS OFRENDAS
Ezequiel 20:40
La ofrenda no es dar lo que nos sobra, no es limosna, esto que leímos tiene un gran valor.
Ofrendar, no es otra cosa que dar a Dios lo que es de Dios.
La ofrenda no es cuestión de caridad o beneficencia, si no es de “carácter sacerdotal.:”
La ofrenda no es un mandamiento en el nuevo testamento si no “UN PRIVILEGIO”
Una gracia, es una respuesta a las bendiciones que hemos recibido de quien es realmente dueño de todo.
Ofrendar es:
2 Corintios 8:1-9 La ofrenda es una gracia que Dios concede al dador
2 Corintios 8:5; La ofrenda es el resultado de la entrega al Señor
1Cronicas 29:14; Es una deuda de amor que tenemos con el Señor.
1Cronicas 29:5-10; Es la respuesta del liderazgo maduro.
LOS DIEZMOS
El diezmo consiste en devolver a Dios el 10% de los ingresos que él nos concede (Gn. 28:22).
El diezmo es una práctica que se originó como una expresión de gratitud por las bendiciones recibidas de Dios (Gn. 14:18-20) y como un reconocimiento a la mediación sacerdotal (Nm. 18:21).
El diezmo se practicó mucho antes que la ley de Moisés fuera promulgada. Por ejemplo, Abraham que vivió siglos antes de la ley de Moisés y que fue justificado por la fe, igual que los cristianos, practicó el diezmo (Gn. 14:20).
El diezmo fue practicado también bajo la ley de Moisés y cuando ésta fue abolida continuó en vigencia de la misma manera que lo había estado antes de Moisés.
Jesús ratifico el diezmo (Mt.23:23).
En el Nuevo Testamento, el diezmo es de nuevo ratificado como una práctica para la Iglesia cristiana (He.7:1-12). Los elementos bajo los cuales el diezmo fue instituido siguen estando vigentes bajo la dispensación de la Gracia, es decir, la gratitud a Dios y el reconocimiento de la mediación sacerdotal. Esta última es ejercida en el presente no por un hombre mortal sino por uno que vive para siempre (He. 7:8): Jesús, nuestro Sumo Sacerdote.
Dios da grandes promesas de prosperidad para aquellos que diezman con fidelidad (Mal. 3:10-12; 2 Co. 9:6-11). Sin embargo, el cristiano no debe diezmar tan sólo por el interés de recibir prosperidad material; más bien, debe hacerlo por gratitud y por un reconocimiento sincero de la eficaz obra sacerdotal de nuestro Señor Jesucristo.